domingo, 20 de febrero de 2011

¿Es una enfermedad la inapetencia infantil?

La inapetencia infantil es un motivo común de preocupación para padres y madres por temor a que cause problemas en el crecimiento de sus hijos o porque sea la causa o consecuencia de enfermedades graves. La mayor parte de los “niños que no comen”, en realidad presentan un peso y talla dentro de lo normal, de manera que el problema no es que “no comen”, sino que sus hábitos a la hora de comer no son los adecuados o no cumplen las expectativas de sus padres, lo que crea malestar . Por supuesto, también hay algunos niños que comen menos de lo que necesitan, pero se distinguen de los niños que no quieren comer en que los primeros pierden peso o están por debajo del peso normalmientras los segundos no.

Hay una serie de aspectos a tener en cuenta:

• Cada niño/a es diferente. Algunos siempre están dispuestos a aceptar un poco más de comida mientras que otros se satisfacen con poca.

• La velocidad de crecimiento varía a lo largo de la infancia y con ella las necesidades en alimentos. Esta situación es la que explica que, desde los 18 meses y especialmente entre los 2 y 5 años, muchos niños puedan ser etiquetados de inapetentes, porque los padres desconocen la disminución fisiológica del apetito que se da entre estas edades, la mayor parte de los niños ganan entre 1 y 2 kilos por año. Este ritmo de crecimiento es sólo entre un 20% y un 30% de la que tienen durante su primer año de vida. Como consecuencia, y de manera espontánea, a esta edad tienen menores requerimientos nutricionales y menor apetito.

• En ocasiones se trata de “falsas inapetencias” ya que si se analiza todo lo que comen a lo largo del día se comprueba que sólo rechazan determinados alimentos, ingiriendo importantes cantidades de otros (leche, queso, fruta, yoghurt...) o que sólo les gustan determinados alimentos (salchichas,hamburguesas, patatas fritas, galletas) o que comen entre horas (jugos, gaseosas, bebidas azucaradas,golosinas, aperitivos...) cubriendo sus necesidades calóricas con ellos.

• De forma natural y transitoria el apetito de los niños disminuye cuando tienen enfermedades agudas (faringitis, otitis, diarrea...) y en relación a factores psicológicos (celos, escolarización, cambios en la dinámica familiar...).

Una mala estimación por parte de los padres de estas situaciones, acaba por condicionar un ambiente de ansiedad en el entorno .El acto de comer se convierte así en desagradable y traumático para toda la familia. La solución a largo plazo debe centrarse en cambiar los hábitos de la familia (del niño, los padres... y abuelos) ante la comida y la aceptación de la situación, sin considerarla una enfermedad que requiera tratamiento (estimulantes del apetito, vitaminas, etc.).

Debe tenerse presente que el acto de comer debe ser agradable: el olor, la presentación, el sabor y variedad de los alimentos, así como la compañía y la atmósfera emocional son determinantes. Es importante fijar ciertas reglas mínimas: fijarse un tiempo razonable para su duración tras el cual los alimentos no comidos deben retirarse sin comentarios y sin dar otros en sustitución y huir de las maniobras tradicionalmente utilizadas “para que coma” como castigos, promesas, premios, televisión...

La evaluación de un niño que no come debe incluir:

  • Antecedentes gestacionales y perinatales.
  • Historia alimentaria, incluyendo lactancia materna, lactancia artificial, introducción de sólidos, quién alimenta al niño, lugar y posición al alimentar, vómitos, y características de las deposiciones.
  • Desarrollo psicomotor y emocional. Rutina diaria del niño.
  • Anamnesis psicosocial que incluya: composición del núcleo familiar, trabajo de los padres, ingreso familiar, posibles factores actuales o anteriores de estrés, aislamiento social, antecedentes maternos de depresión, de abuso o de abandono durante la niñez. Es importante además, evaluar las creencias de los padres respecto a la crianza.
  • Historia familiar que incluya: talla, peso y desarrollo psicomotor de los padres y hermanos, antecedentes que apunten hacia una talla baja constitucional y a enfermedades hereditarias.

Además realizar un examen físico completo.

Dra. Valeria Zenteno

valeriaz2.blogspot.com