viernes, 23 de septiembre de 2011

El niño que me acarició el alma
Hace ya casi más de un año que tuve el enorme placer de conocerlo a él, a su mamá y su hermanito. En una de las tantas vueltas que ha dado mi vida, aquí me lo encontré; cuando estaba trabajando solo por trabajar, enojada conmigo misma, con las circunstancias, con todos….
Subiendo a los confines del mundo donde uno no quisiera ir, donde uno se pregunta cómo es posible que en pleno siglo veintiuno todavía las personas puedan vivir tan excluidas de todo, no solo geográficamente….
Así llego a nosotras Eduardo : pálido, casi transparente, apenas se sentaba, perdido en su mundo sin lograr ni siquiera conectar con la mirada de su mamá, con 4 años y casi 9 kilos de peso; acompañado de su mamá que estaba llena de preguntas, de miedo y que solo repetía que su niño había sido normal, igual a su hermano mayor hasta los 6 meses de vida, como todo bebe: regordete, lleno de sonrisas que alegraban su corazón y que poco a poco todo empezó a cambiar, las sonrisas fueron desapareciendo, cada vez menos movimientos, sus manitos se tornaron heladas, ya no hubo hambre sin saber porqué….
Me acuerdo aun  las palabras de la primera consulta ¨No se que tiene mi niño, no entiendo a los doctores que no me dicen que tiene de una vez¨…
Allí fue que la asistente social de nuestro equipo, que a veces se convierte en ángel, comenzó a  hacer todo lo necesario para que este niño sea visto por un neurólogo y tenga diagnostico y como pasa en todo estos casos finalmente la duda desaparece, se aliviana la carga de la incertidumbre pero comienza la  carga más pesada aún, saber que es irreversible que no hay cura, que quizás esto dure siempre como la historia sin fin o  que el final  no esté muy lejos. El diagnostico: Atrofia cerebral progresiva, de causas idiopáticas (cuando los médicos no sabemos explicar el porqué decimos idiopática), lo que quiere decir que  el cerebro de  en vez de ir creciendo y evolucionando cada vez involuciona mas;este niño, no va a tener mayores avances que quizás caminar, emitir algunos sonidos, no va dejar pañales, nunca le va a poder decir ¨mama te quiero mucho o gracias¨ o ¨me duele o tengo frío¨ a su mamá
Mi sorpresa fue que en las siguientes consultas la mirada de la mamá cambió, siempre venía con una sonrisa, y cada vez que hablaba de su niño, se iluminaba su rostro, y que estaba muy comprometida en hacer lo que fuera necesario para que Eduardo sea lo más independiente posible, el miedo había desaparecido; sabía que su niño tenía algo muy grave y que no iba a poder hacer muchas cosas como otros niños de su misma edad , que lo único que le preocupa de ahora en mas es que Eduardo no    se ¨enferme¨ .
Pero aun mayor fue nuestra sorpresa cuando empezamos a ver que las terapias y el inmenso amor de mamá, papá y hermanito, hacían que mi pacientito, empezara a sonreír, a conectar sus ojos saltarines y vivaces cada vez que uno lo habla como si quisiera decirnos, ¨déjenme en paz solo quiero jugar¨,empezamos a constatar que se sienta solo, las mejillas se tornaron rosadas, la mamá refiere que come solo , con sus pequeñas manos y cada vez que le entregábamos su pañales Eduardo estira sus brazos y los agarra fuerte, eso si , nunca logramos a pesar de todas las vitaminas y la súper dieta hiper -calórica que aumentara más de 9.200 kilos; pero él estaba feliz…
Un día salgo al patio donde hay diferentes juegos infantiles (y que Eduardo siempre miraba triste cada vez que entraba al centro ) y lo veo dando pasos con ayuda de su mama dirigiéndose rápido hacia el tobogán y tratar de subir, mamá lo sube …. Eduardo esta pronto a experimentar la aventura de su vida, y de pronto levanta su mirada vivaz y se cruza con la mía……Fue un remolino de sentimientos, experiencias, toda mi historia pasó en segundos , un nudo en la garganta, emocionada hasta las lágrimas  con un escalofrío que recorría mi espalda ….y decirme a mí misma, por esto elegiste ser médica, por esto elegiste ser pediatra, para cruzar tu mirada de vez en cuando con miles de ojitos vivaces que te hacen estremecer de alegría y satisfacción ….La mirada de Eduardo me certificaba que el haber elegido hace muchos años este camino valía la pena, que no estaba en  los confines del mundo solo por casualidad, sino que debía estar allí, que realmente sentir esa caricia al alma valía la pena.
Los enojos se fueron, a pesar de que las adversidades fueron mayores, y decidí y elegí s empezar a ser testigo de lo que la fuerza del amor de una mamá  puede hacer….
Hoy en día no veo a Eduardo tan seguido como quisiera ya que las circunstancias laborales cambiaron, pero espero ansiosa poder verlo para que con su mirada acaricie mi alma.

No hay comentarios:

Publicar un comentario